Debemos mantener en pie los pilares del criterio ESG
Publicado originalmente en O Globo, el 6 de septiembre
Ha habido frecuentes predicciones que alertan sobre el declive y, quizás,
el colapso del criterio ESG (Environmental, Social and Governance). Antes de intentar predecir el futuro, puede ser más útil empezar a pensar en el tema considerando qué representa este acrónimo y qué se perdería con él. Es inequívoco que la diseminación y difusión de los ESG constituyen un avance civilizatorio. A partir del intento de construir una métrica para las prácticas ambientales, de responsabilidad social y de gobernanza transparente, ESG abre la posibilidad de determinar la generación de valor a partir de prácticas vinculadas a estos pilares para los negocios y la sociedad, proporcionando importante ayuda a las decisiones tomadas por los inversores.
Cabe preguntarse, en primer lugar, de dónde vienen los rumores de crisis. Ahora, parece que el ESG se ha visto presionado en gran medida por circunstancias atípicas que, en la elocuente expresión de un reciente informe de Thomson Reuters, puede describirse como una “tormenta casi perfecta”. Como si los problemas causados por los años de pandemia no fueran suficientes, las empresas y los estados nacionales han tenido que lidiar con los impactos económicos de la guerra entre Rusia y Ucrania. Entre ellos, cabe destacar el aumento de los precios de la energía y la necesidad de reforzar la seguridad del sector, especialmente en Europa, que viene ejerciendo presión negativa sobre los objetivos de reducción de carbono. También en lo que respecta a la presión sobre los objetivos medioambientales, es lamentable la práctica de las empresas que evitan divulgar información sobre sus políticas de sostenibilidad para eludir las
críticas.
El greenhushing, como se le llama, tiene efectos nocivos, porque, dicho de manera sencilla y siendo benevolente, cualquier adulto sabe que no hablar de los problemas no los hace desaparecer. Si alcanzar los objetivos medioambientales es una tarea difícil, es necesario volver a discutirlos. Por no hablar del greenwashing, un intento de transmitir una falsa imagen de preocupación por la sostenibilidad medioambiental, que parece dar la impresión de que los criterios ESG son una moda más en el mundo empresarial. Sin embargo, esto es simplemente una farsa.
En otro frente igualmente importante, es necesario recordar que los criterios ESG fueron captados por el debate político estadounidense. La “guerra cultural” que arrasa Estados Unidos ha generado un entorno tan tóxico que el director ejecutivo de BlackRock, Larry Fink, declaró recientemente que ya no utilizará el acrónimo ESG porque es un arma de manipulación tanto de la extrema izquierda como de la extrema derecha. Pero el propio Fink demostró que la fuerza de ESG sigue presente al afirmar que, a pesar de abandonar la nomenclatura, sigue defendiendo las ideas que subyacen a las siglas y considerándolas como parámetros para identificar activos altamente rentables, orientando así las decisiones de los inversores.
La observación de Fink refleja algo que es de suma importancia. El término ESG estaba de moda, apalancado por los principales actores del sector financiero, como el propio BlackRock. Sin embargo, la misma moda y la sobreexposición del modelo parecen haber provocado una especie de saturación y erosión de la palabra. Algo así parece estar sucediendo en el mercado de capitales estadounidense, donde los fondos ESG han ido dando paso a fondos temáticos, basados en los mismos principios y metodologías, sólo que bajo una nomenclatura diferente. No parece exagerado decir que las siglas ESG se están convirtiendo en una víctima más de la era de la hiperinformación. El uso excesivo acaba privando a las palabras de su pleno significado.
Si todo esto sugiere un descenso de la agenda ESG en los medios y en determinados sectores de la sociedad, no parece que este efecto negativo de la sobreexposición deba influir en la agenda y las decisiones de las empresas y sus inversores. A pesar del contexto adverso, afortunadamente la importancia de las métricas establecidas por ESG en el mundo empresarial brasileño parece seguir siendo fuerte. Según una encuesta de Aberje, en 2021, el 95% de las empresas tenían los aspectos ESG entre sus cinco principales prioridades. Esta resiliencia no debería sorprender. Después de todo, es bueno recordar que las ideas ESG ya estaban presentes antes de su aparición y no desaparecerán si el acrónimo desaparece. Dejemos de lado la jerga, si es inevitable, pero garanticemos que los pilares ESG sigan en pie.
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